Ayer por la tarde disfrutamos de una gran sardiñada en nuestra residencia con motivo de la celebración de San Juan. El sol deslumbró desde primera hora y la música amenizó la fiesta.
martes, 26 de junio de 2012
domingo, 24 de junio de 2012
viernes, 22 de junio de 2012
Visita de la Rvd. Madre General a nuestra casa
Ponemos fin a la visita de la Rvda. Madre General a nuestra casa, con una foto de la comunidad hermanitas.
¡ DAMOS RENDIDAS GRACIAS A DIOS POR ESTE ACONTECIMIENTO!
Comunidad de hermanitas de Santa Marta Vigo junto a la Madre Secretaria y la Rvda. Madre General
lunes, 18 de junio de 2012
viernes, 15 de junio de 2012
Solemnidad del Sagrado Corazón
Jesús es nuestro amigo
Del amor a Dios procede necesariamente el amor a los hombres que son hijos suyos. Jesús tiene para nosotros Corazón de amigo; así quiere Él mismo llamarse, y con razón, pues tiene de amigo el afecto, la fidelidad y el incesante desvelo. ¡Oh, palabra dulce! ¡Oh título amable! ¿Qué cosa hay incomparable con este amigo fiel? ni ¿qué es todo el oro y plata su comparación? (Eccl. 6).
El Corazón de Jesús es el Corazón de un hermano. ¿Qué cosa hay más dulce que el amor fraternal? ¿Que cosa más íntima que los lazos que unen entre sí a los hermanos? "Id a mis hermanos, dijo Jesús a la Magdalena, y decidles de mi parte: suba a mi Padre y vuestro Padre" (Jo.20).
Pero lo que más hace resaltar la fuerza de este amor, es nuestra indignidad e ingratitud; por cuanto nosotros le hemos tenido en poco, le hemos rechazado, ultrajado y hasta entregado a la muerte, y a pesar de esto Él nos ha amado buscándonos para rescatarnos del infierno, y de infelices desterrados que éramos nos ha hecho hijos de Dios, abriéndonos las puertas del cielo.
El Corazón de Jesús es para nosotros un Corazón de Padre. Los vínculos que unen al Padre con los hijos son más íntimos aún que los que unen entre sí a los hermanos. Pues bien: Jesucristo ha querido tomar el nombre de Padre de sus escogidos, y amarles con una ternura paternal. "Heme constituido Padre de Israel, reconociendo a Efraín como a mi primogénito. Yo trataré con respeto a Efraín" (Jer. 31). Este Padre amantísimo a derramado su sangre para darnos la vida, y aún ahora nos alimenta con su preciosa carne, de manera que le pertenecemos con más justo título que los hijos pertenecen a su madre natural. "Heme aquí, dice el Salvador, y conmigo los hijos que Dios me ha dado" (Heb. 2) ¿Qué deben a su padre los hijos más queridos? ¿Qué debo yo a Jesucristo? ¿Qué me toca hacer por Él?
El Corazón de Jesús es para nosotros Corazón de esposo. Sobre la unión de los hermanos entre sí, y la de un padre con sus hijos, hay otra todavía de mayor excelencia y que identifica más: esta unión es la de los esposos. ¿Quién es capaz de comprender, y menos aún de explicar lo que encierra la mística alianza de la criatura con el Creador? ¿Quién habría podido persuadirse jamás que el Hijo de Dios llegara a tal exceso de amor para con el hombre caído, ni de que nuestro corazón, desfigurado por la culpa, lleno de imperfecciones, despreciable en sus afectos y desarreglado en sus deseos, había de celebrar una unión tan estrecha con su Dios? Y sin embargo, es así. "Habéis herido mi Corazón, hermana mía, Esposa mía, dice el alma fiel. Vulnerasti cor meum, soror mea, sponsa" (Can. 4).
Yo me regocijaré con sumo gozo en el Señor, dice el profeta, y el alma mía se llenará de placer en mi Dios; porque me ha cubierto con el manto de la justicia, como a esposo ceñido de corona, y como esposa ataviada con sus joyas (Is. 61). En esta unión que se celebra entre el Corazón de Jesús y el corazón del hombre, la caridad sirve de lazo. Mi amado para mí: yo para Él. Dilectus meus mihi, et ego ili (Cant. 2). Mas ¡oh Dios! ¡quién podrá aspirar a una amistad tan íntima? La justicia, la pureza y la humildad nos disponen a ella. Dios nos las concede por su bondad, y sólo con una constante fidelidad se conserva.
Escucha, alma mía, lo que te dice el Señor: Te desposaré conmigo para siempre mediante la justicia, la misericordia y la fidelidad, y conocerás que Yo soy el Señor (Os. 2).
Del amor a Dios procede necesariamente el amor a los hombres que son hijos suyos. Jesús tiene para nosotros Corazón de amigo; así quiere Él mismo llamarse, y con razón, pues tiene de amigo el afecto, la fidelidad y el incesante desvelo. ¡Oh, palabra dulce! ¡Oh título amable! ¿Qué cosa hay incomparable con este amigo fiel? ni ¿qué es todo el oro y plata su comparación? (Eccl. 6).
El Corazón de Jesús es el Corazón de un hermano. ¿Qué cosa hay más dulce que el amor fraternal? ¿Que cosa más íntima que los lazos que unen entre sí a los hermanos? "Id a mis hermanos, dijo Jesús a la Magdalena, y decidles de mi parte: suba a mi Padre y vuestro Padre" (Jo.20).
Pero lo que más hace resaltar la fuerza de este amor, es nuestra indignidad e ingratitud; por cuanto nosotros le hemos tenido en poco, le hemos rechazado, ultrajado y hasta entregado a la muerte, y a pesar de esto Él nos ha amado buscándonos para rescatarnos del infierno, y de infelices desterrados que éramos nos ha hecho hijos de Dios, abriéndonos las puertas del cielo.
El Corazón de Jesús es para nosotros un Corazón de Padre. Los vínculos que unen al Padre con los hijos son más íntimos aún que los que unen entre sí a los hermanos. Pues bien: Jesucristo ha querido tomar el nombre de Padre de sus escogidos, y amarles con una ternura paternal. "Heme constituido Padre de Israel, reconociendo a Efraín como a mi primogénito. Yo trataré con respeto a Efraín" (Jer. 31). Este Padre amantísimo a derramado su sangre para darnos la vida, y aún ahora nos alimenta con su preciosa carne, de manera que le pertenecemos con más justo título que los hijos pertenecen a su madre natural. "Heme aquí, dice el Salvador, y conmigo los hijos que Dios me ha dado" (Heb. 2) ¿Qué deben a su padre los hijos más queridos? ¿Qué debo yo a Jesucristo? ¿Qué me toca hacer por Él?
El Corazón de Jesús es para nosotros Corazón de esposo. Sobre la unión de los hermanos entre sí, y la de un padre con sus hijos, hay otra todavía de mayor excelencia y que identifica más: esta unión es la de los esposos. ¿Quién es capaz de comprender, y menos aún de explicar lo que encierra la mística alianza de la criatura con el Creador? ¿Quién habría podido persuadirse jamás que el Hijo de Dios llegara a tal exceso de amor para con el hombre caído, ni de que nuestro corazón, desfigurado por la culpa, lleno de imperfecciones, despreciable en sus afectos y desarreglado en sus deseos, había de celebrar una unión tan estrecha con su Dios? Y sin embargo, es así. "Habéis herido mi Corazón, hermana mía, Esposa mía, dice el alma fiel. Vulnerasti cor meum, soror mea, sponsa" (Can. 4).
Yo me regocijaré con sumo gozo en el Señor, dice el profeta, y el alma mía se llenará de placer en mi Dios; porque me ha cubierto con el manto de la justicia, como a esposo ceñido de corona, y como esposa ataviada con sus joyas (Is. 61). En esta unión que se celebra entre el Corazón de Jesús y el corazón del hombre, la caridad sirve de lazo. Mi amado para mí: yo para Él. Dilectus meus mihi, et ego ili (Cant. 2). Mas ¡oh Dios! ¡quién podrá aspirar a una amistad tan íntima? La justicia, la pureza y la humildad nos disponen a ella. Dios nos las concede por su bondad, y sólo con una constante fidelidad se conserva.
Escucha, alma mía, lo que te dice el Señor: Te desposaré conmigo para siempre mediante la justicia, la misericordia y la fidelidad, y conocerás que Yo soy el Señor (Os. 2).
miércoles, 13 de junio de 2012
Una sonrisa...
Una sonrisa significa mucho. Enriquece a quien la recibe; sin empobrecer a quien la ofrece. Dura un segundo pero su recuerdo, a veces, nunca se borra.
viernes, 8 de junio de 2012
El Papa adora al Santísimo Sacramento junto a la Basílica de San Juan de Letrán, durante la celebración del Corpus Christi en Roma
En un mundo
cada vez más ruidoso y descentrado, el Papa invita a revalorizar la adoración
silenciosa de la Eucaristía. Benedicto XVI presidió ayer la tradicional procesión
eucarística del Corpus Christi por las calles de Roma poco después de la
puesta del sol.
En su
homilía previa al inicio del recorrido entre las basílicas de San Juan de
Letrán y Santa María la Mayor, el Papa afirmó que «estar juntos en silencio
prolongado ante el Señor presente en el Sacramento es una de las experiencias
más auténticas de nuestro ser Iglesia». La adoración en silencio «es una
experiencia muy bella y significativa», comprobada una y otra vez en «velas
eucarísticas inolvidables con jóvenes» como la de la JMJ de Madrid, en la que más de un millón de personas adoraron
el Sacramento expuesto en la bellísima custodia de Arfe de la
catedral de Toledo.
Acompañar a Jesús sacramentado
El Papa
señaló como error de interpretación del Concilio Vaticano II la revalorización
de la Eucaristía durante la misa a costa de dejar en segundo plano la presencia
real y constante de Jesús en el sagrario, que invita a la adoración. El
Santo Padre advirtió que «concentrando toda la relación con Jesús eucarístico
sólo en el momento de la misa se corre el peligro de vaciar de su presencia el
resto del tiempo y del espacio existencial».
Benedicto
XVI se refirió también a la importancia del elemento sagrado en la vida de las
personas y las sociedades. La experiencia muestra que cuando los padres «en
nombre de una fe desacralizada privan a sus hijos de todo ritual
religioso, terminarían dejando el campo libre a tantos sucedáneos presentes en
la sociedad de consumo».
domingo, 3 de junio de 2012
Oh Dios mío, trinidad adorable, ayúdame a olvidarme por entero para establecerme
en ti!
¡Oh mi Cristo amado, crucificado por
amor! Siento mi impotencia y te pido que me revistas de ti mismo, que
identifiques mi alma con todos lo movimientos de tu alma; que me sustituyas,
para que mi vida no sea más que una irradiación de tu propia vida. Ven a mí como
adorador, como reparador y como salvador...
¡Oh fuego consumidor, Espíritu de
amor! Ven a mí, para que se haga en mi alma una como encarnación del Verbo; que
yo sea para él una humanidad sobreañadida en la que él renueve todo su
misterio.
Y tú, ¡oh Padre!, inclínate sobre tu
criatura; no veas en ella más que a tu amado en el que has puesto todas tus
complacencias.
¡Oh mis tres, mi todo, mi dicha,
soledad infinita, inmensidad en que me pierdo! Me entrego a vos como una presa;
sepultaos en mi para que yo me sepulte en vos, en espera de ir a contemplar en
vuestra luz el abismo de vuestras grandezas.
sábado, 2 de junio de 2012
viernes, 1 de junio de 2012
JUNIO, MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Oración introductoria de cada día
Corazón
amantísimo de Jesús digno de todo amor y de toda mi adoración; movido por el
deseo de reparar y de lavar las ofensas graves y numerosas hechas contra ti, y
para evitar que yo mismo me manche de la culpa ingrato, te ofrezco y te consagro
enteramente mi corazón, mis afectos, mi trabajo y todo mi ser.
Por cuanto son
pobres mis méritos, ¡oh Jesús!, te ofrezco mis oraciones, mis actos de
penitencia, de humildad, de obediencia y de las demás virtudes que practicaré
hoy y durante mi vida entera hasta el último suspiro.
Propongo hacer
todo por tu gloria, por tu amor y para consolar a tu Corazón. Te suplico aceptes
mi humilde ofrecimiento por las manos purísimas de tu Madre y Madre mía María.
Dispón de mí y
de mis cosas,Señor, según el beneplácito de tu Corazón. Amén.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)