viernes, 31 de mayo de 2013

Día 31: María, flor de las flores

Hoy, con este pensamiento, clausuramos el mes de mayo dedicado a la Virgen María. Todo, en estas semanas atravesadas por la Pascua, nos ha hablado de Ella. Mejor dicho, con María, hemos vivido más intensamente y con más fervor la alegría del Señor Resucitado. El orgullo y la satisfacción de María, es precisamente que vivamos con hondura la Pascua de Jesús, su Hijo.

Entre todas las flores que hemos recogido del jardín de mayo, María, es sin duda la mejor y la más valiosa:

*Las flores se marchitan, María permanece siempre viva.
*Las flores cambian de color, María siempre es la misma
*Las flores crecen según y en donde, María surge en todas latitudes
*Las flores se regalan según y a quién, María se ofrece a todos sin distinción.
*Las flores esconden espinas, María es la delicadeza personificada
*Las flores a veces esconden falsos secretos, María es un cheque en blanco para Dios

Ciertamente, María, es la flor de las flores. ¡Por algo, Dios, la quiso para El!
Muchos símbolos hemos ofrecido en este mes a María. Otros tantos cantos hemos entonado en su honor. Multitud de sentimientos han brotado desde lo más hondo de nuestras entrañas. 

¿Qué le podemos ofrecer en este último día? ¿Qué podemos dejar, delante de Santa María, que sea original y nuevo a la vez?
No lo dudemos. Nos ofrezcamos nosotros. Hoy, en este último día de mayo, María se siente agasajada con los nombres y apellidos de todos y cada uno de nosotros. Con nuestras grandezas y pobrezas, riquezas y miserias, virtudes y defectos.
Un devoto se acercó a María y le preguntó; ¿qué puedo darte, María, que no tengas? Una voz le susurró: hace tiempo que espero que me des tu corazón.
Que la mejor ofrenda, en estas últimas horas de mayo, sea precisamente nuestra propia existencia. Nuestro propósito de seguir adelante conociendo la vida de Jesús y viviendo según su Palabra. 

Y, eso, no es una flor fácil de comprar ni de cortar: nace, crece y se conquista con sacrificio, verdad, oración, luchas y santa terquedad en la gran floristería que se llama: FE EN DIOS.

Que la alegría que sintió, Santa Isabel, al recibir a María, la sintamos nosotros también en estos momentos.

Lo hacemos, como no podía ser de otra manera, simbolizándolo en esta gran cesta con flores distintas.



Mi madre y mis hermanos son aquellos
que se dejan atrapar por mi Palabra,
los que la escuchan sin querer acomodarla
los que la viven con el amor primero.

Son aquellos que todo lo han dejado
y caminan en libertad por mi camino,
los que ponen en mis manos su destino
y me siguen aunque esté crucificado.

Son aquellos que no se escandalizan
cuando propongo con franqueza mi doctrina
porque viven la verdad que la ilumina
y en el fuego de mi Palabra se bautizan.

Son aquellos que muestran con sus obras
la confianza y la fe con la que viven
los discípulos que el Espíritu me piden
y viven en su soplo que enamora.

Los que viven del Amor la profecía
y me siguen paso a paso en todo tiempo
los que han dejado las quejas y lamentos
pues mi presencia los llena de alegría.

Son aquellos de la fiesta anticipada,
del Reino prometido ya presente,
los que se van transfigurando lentamente
porque viven una vida iluminada.

Son aquellos que se entregan sin reserva
y experimentan del Amor su providencia
los que lavan en mi fuente su conciencia
y en la pureza de mi Palabra se conservan.

Mi madre y mis hermanos son aquellos
que se entregan al Amor sin condiciones
que del Espíritu siguen sus mociones
y al Padre adoran con culto verdadero.

Los que renuevan en el agua del Bautismo
la vida que renace a vida nueva,
aquellos que en la lucha no se entregan
porque viven su fe con heroísmo.

Los que viven la vida en la esperanza
de que se cumplan las cosas prometidas,
los que reciben la gracias concedidas
como anticipo de la gloria en alabanza.

Pues mi madre y hermanos son aquellos
que el Padre en su Amor me ha regalado
las primicias de un pueblo consagrado
que refleja, de su gloria, los destellos.

jueves, 30 de mayo de 2013

Día 30: María, Madre de Cristo

En este penúltimo día del mes de mayo, vemos a María en una de las imágenes que más nos gustan: Madre de Jesús.
Poco nos dicen los evangelios sobre ella. Pero, en lo poco, sabemos que Ella fue la Madre de Jesús. La mejor madre que un hijo pueda tener.

-Si es para proteger a Jesús, no pone objeción alguna y marcha hacia Egipto.
-Si es para educar a Jesús, Nazaret será escuela, taller y hogar. En Nazaret, María y José, forjarán y tallarán la personalidad de Jesús. ¿No le hablaría también del mismo Dios?

-Si era, por dejar que se cumpliera lo designado por Dios, guardó (tal como nos lo cuenta el evangelio) y meditó todas las cosas en su corazón.

Sabía, que su concepción, había sido divina. Sabía que Jesús, aún siendo su hijo, no era corriente. Sabía que, Jesús, aún siendo carne de su carne, era Dios y hombre verdadero.
María, Madre de Jesús, es para nosotros maestra en la fe. Ella, en las cuestiones de cada día, nos habla como Madre, nos enseña como maestra y nos ilumina para que no perdamos de vista el camino, la verdad y la vida de Cristo.

En cierta ocasión, un marinero que estaba perdido en alta mar, gritó con voz potente: ¡MARIA!, y no recibía respuesta alguna. Ante el mar furioso y a punto de sucumbir, el marinero siguió gritando, ¡MARIA!, y entonces el eco le respondió: ¡JESÚS!

Y es que, María, sin referencia a Dios, a Jesús y al Espíritu, no sería nada. Demos gracias a Dios porque al finalizar este mes de mayo, y en el tiempo de la Pascua, sabemos que sin María no hubiera habido Belén, Calvario, Resurrección, Ascensión ni Pentecostés.

Simbolizando todo ello, queremos llevar hasta María la cruz de Cristo.

ORACIÓN

Si yo me olvido de Ti
Tú no te olvides de mí.
Si me alejo de regazo
Tú no te alejes de mí.
Si me despisto y no te rezo,
no dejes de hablarme.
María;
si te miro y olvido a Jesús
llévame hasta El.
Si no te miro y sólo miro a El
que, El, me lleve a Ti.
María;
haz un hueco en tu corazón y en tu alma
para que, junto con Jesús,
pueda habitar y crecer en esperanza.
María;
si me enfrío, llévame a tu encuentro
si me aparto, rescátame
si dudo, hazme reflexivo
si tropiezo, levántame.
María;
haz que nunca olvide
que tu grandeza y tu belleza
fue el dejarte moldear por Dios.
Amén.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Día 29: La delicadeza de María

A veces hemos instalado tan alto la figura de María que nos cuesta contemplarla en la realidad cotidiana. Lo cierto es que, María, hizo de su hogar lo que tanto de nosotros intentamos con el nuestro: una oportunidad para el trabajo, el afán de superación, el sacrificio, la preocupación o la familia.
¿Qué pensaría María mientras secaba las ropas del Niño? ¿Qué pensaría María mientras, a través de la ventana, veía a José trabajar en la carpintería?
María, en su hogar, actuaría como tantas de nuestras madres y padres lo hacen en nuestras familias: con delicadeza y con responsabilidad.
-Sufrió, como cualquier madre sufre cuando el hijo no responde o se pierde
-Sufrió, cuando escuchó ciertas críticas sobre Jesús
-Sufrió, en la muerte de San José
-Sufrió, cuando Jesús se complicaba más y más, su vida por el Reino.

Sólo, con la delicadeza que se desprende de lo poco que sabemos de María a través de las Escrituras, podemos concluir que María hizo frente a tantas situaciones buenas o negativas que se le presentaron.
María, para nosotros, es ese nombre que produce paz en el que lo pronuncia, calma en el que lo reza o sentimientos de delicadeza en el que lo recuerda.
Por ello mismo, caminando hacia Pentecostés, pidamos a Dios por intercesión de la Virgen María, que sepamos actuar siempre con delicadeza.
Dicen que la vajilla más sensible, para que dure, hay que cogerla con las yemas de los dedos. María, al tesoro más preciado -Jesús- supo tratarlo con suavidad y con respeto. Entre otras cosas, porque sabía que de Dios venía y a Dios estaba llamado a darle servicio.
¿Cómo tratamos nosotros, por ejemplo, la Eucaristía? ¿Comulgamos conscientes de lo que recibimos? ¿Escuchamos, previamente, y con atención, la Palabra de Dios?
Dejamos, a los pies de nuestra Madre, como símbolo de la delicadeza de la vida cristiana, este algodón. Que María haga esponjosa nuestra vida, nuestras actitudes y nuestro ser.

  ORACIÓN

Eres, María;
delicadeza en la dureza
delicadeza cuando asoman las pruebas
delicadeza cuando llama Dios
delicadeza cuando te llaman los hombres.
Eres, María;
delicadeza en el trato con Dios
delicadeza con las necesidades de los hombres.
Eres, María;
delicadeza para embellecer nuestra fe
delicadeza para profundizar en nuestra oración
delicadeza que nos ayuda en la Eucaristía
delicadeza para escuchar la Palabra de Dios.
Eres, María;
flor delicada y cortada para Dios
flor con  aroma de servicio
flor sin miedo a la espina de dolor
flor que, cuanto más se aprieta, más fragancia ofrece.
Eres, María;
delicadeza que se compromete
delicadeza que sabe darse
delicadeza que sabe respetar
delicadeza que sabe amar.
Eres, María;
un jardín donde crece la flor del gusto
tal vez, por eso mismo,
no quiso pasar de largo.
Amén.

martes, 28 de mayo de 2013

Día 28: María; Madre de Dios

Acabando este mes de mayo, y dentro de no muchos días la Pascua, contemplamos a María como a la Madre de Dios.


Cantamos el nombre de Aquella que, por ser Madre de Aquel que es Dios, proclamamos que es Madre del mismo Dios.


Rezamos a su nombre porque, al pie de la cruz, Jesús nos la dejó como Madre. ¡Madre de Dios, y Madre nuestra!


Santa María, Madre de Dios. De este título emergen todos los demás. Y, por ello mismo, los cristianos le hemos elevado catedrales primorosas o sencillas ermitas. Por ser Madre de Dios, María, juega un papel importante en la historia de la salvación.


Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros. Por los que no estamos a la altura de las circunstancias; por los que te endiosamos y no te imitamos; por los que te llevan en sus hombros y olvidan tus virtudes.


Santa María, Madre de Dios, acógenos en este mes de mayo. Arrulla la cuna del corazón de todos tus hijos para que, en él, puedan nacer todos los días el Dios-Niño, el Dios-Hombre, el Dios-Salvador.


Santa María, Madre de Dios, haz que no te perdamos cuando las cosas nos vayan bien y, haz que no sólo volvamos nuestros ojos a ti, cuando la mala suerte apriete.


Representando la maternidad de María, queremos presentar ante Ella la imagen del Niño Jesús. Que nos ayude a descubrir la grandeza de María: ser morada para Dios humanado.


Hay una mujer que tiene algo de Dios

por la inmensidad de su amor,

y mucho de ángel

por la incansable solicitud de sus cuidados;

una mujer que siendo joven

tiene la reflexión de una anciana,

y en la vejez, trabaja con el vigor de la juventud;

una mujer que si es ignorante

descubre los secretos de la vida

con más acierto que un sabio,

y si es instruida, se acomoda

a la simplicidad de los niños;

una mujer que siendo pobre,

se satisface con la felicidad de los que ama,

y siendo rica, daría con gusto su tesoro

por no sufrir en su corazón

la herida de la ingratitud;

una mujer que siendo vigorosa

se estremece con el vagido de un niño,

y siendo débil,

se reviste a veces con la bravura del león;

una mujer que mientras vive

no la sabemos estimar,

por que a su lado todos los dolores se olvidan,

pero después de muerta,

daríamos todo lo que somos

y todo lo que tenemos

por mirarla de nuevo un sólo instante,

por recibir de ella un sólo abrazo,

por escuchar un sólo acento de sus labios...
Esa mujer, en el cielo, tiene un nombre: MARIA

Y, lejos de morir, vive, habla, acaricia

y ayuda en el difícil camino de la vida.

lunes, 27 de mayo de 2013

Dia 27: La palabra de María

Cuánto nos duele cuando, alguien, nos falla en la palabra dada!

Hoy, y dentro de este mes de mayo, contemplamos a María en una de las dimensiones que más coherencia y sentido dio a su existencia: SU PALABRA.

-Pocas palabras pronunció María. Pero, entre todas ellas, sobre sale sin duda el "aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según su Palabra".

-Pudo mas el sentido de Dios que su propia perso
na. El afán de dar gusto a Dios, que los propios caprichos. María, desde el principio hasta el final, fue aquella mujer que se tomó en serio la palabra dada al ángel: ¡aquí está la esclava del Señor!

Se suele decir que se coge al mentiroso antes que al cojo. Nuestras palabras y nuestros compromisos, en variadas ocasiones, son preámbulo de negaciones conscientes o inconscientes: prometemos lo que sabemos que no vamos a cumplir o, por otro lado, nos ofrecemos sin saber sopesar riesgos, capacidades y posibilidades.

María fue consciente de sus limitaciones y de su pobreza. Pero, todo ello, supo depositarlo a los pies del Señor. Tal vez hasta pensaría: Si El me ha elegido; ¡ El sabrá cargar con las consecuencias!

Pero Maria, cumplió con la palabra dada. Y, desde ese momento, se volcó de lleno par que, aquella otra "Palabra", fuera tomando forma en su seno.

¿Cómo son nuestras promesas? ¿Sinceras o hipócritas? ¿Llenas de Dios o de vanidad? ¿Dispuestas para Dios o enemistadas con El?

Pongamos ante la imagen de la Virgen María, este abecedario. Quiere simbolizar nuestro deseo de cumplir -desde la "A" a la "Z" - los deseos de Jesús contenidos en el Evangelio.


Si yo me olvido de Ti
Tú no te olvides de mí.
Si me alejo de regazo
Tú no te alejes de mí.
Si me despisto y no te rezo,
no dejes de hablarme.
María;
si te miro y olvido a Jesús
llévame hasta El.
Si no te miro y sólo miro a El
que, El, me lleve a Ti.
María;
haz un hueco en tu corazón y en tu alma
para que, junto con Jesús,
pueda habitar y crecer en esperanza.

María;
si me enfrío, llévame a tu encuentro
si me aparto, rescátame
si dudo, hazme reflexivo
si tropiezo, levántame.

María;
haz que nunca olvide
que tu grandeza y tu belleza
fue el dejarte moldear por Dios.

Amén.

Día 26: María, Madre de a Iglesia

Recientemente, unas encuestas en España, nos alertaban sobre la deserción de la iglesia, de un alto porcentaje de jóvenes.

Ello, por supuesto, nos ha de servir para analizar el por qué de esa indiferencia (no de todos) ante la Iglesia. Pero, a la vez, nos ha de interpelar mucho más sobre la misión profética de la Iglesia en medio del mundo.

-Y es que, la realidad, nos invita a el "sálvese quien pueda". La iglesia, nos recuerda que todos somos hermanos y que, por lo tanto, estamos para echarnos una mano.

-La sociedad del consumo, nos empuja a entender y conquistar una felicidad artificial basada en el tener. La iglesia, por el contrario, nos llama a ser ricos en el ser. A ser felices buscando otras razones más supremas y más elevadas.

-El mundo que nos toca vivir, nos arrastra a romper con instituciones que consideramos han sido y son válidas para el equilibrio de la sociedad (familia, etc). La iglesia, por el contrario, nos dice eso nos lleva a una incertidumbre con grandes peligros en el horizonte.

No es extraño, por lo tanto, que los jóvenes a los cuales la sociedad educa, domina y hasta utiliza, vivan de espaldas o extraños a la iglesia que -por cierto- les acogió en el Bautismo para ser hijos de Dios.

Lo fácil, en estos momentos, es optar por el camino corto. Por la banda ancha. Por una vida que no me traiga complicaciones personales, materiales, espirituales o eclesiales.

Y, lo peligroso, sería que por hacer una iglesia más atrayente, diésemos aquello que el mundo pide, aquello que unos determinados jóvenes reclaman. ¿Sería coherente, por ejemplo, renunciar a lo que es esencial desde el Evangelio?

Esto no es nuevo. María, en propias carnes, vio como los amigos de su hijo -bastante jóvenes por cierto-, echaron a correr en los momentos de dolor. Contempló, posiblemente muy de cerca, la negación del que luego resultó ser el primer Papa. Se quedaría atónita, al saber que otro de sus amigos -Judas- lo vendió por 30 monedas de plata.

María, Madre de la Iglesia, intercede para que tu Iglesia pueda seguir avanzando en este nuevo milenio y pregonando con gozo y con humildad la presencia de Jesús muerto y resucitado.
 Lo simbolizamos acercando hasta la imagen de María esta campana.



María, lámpara encendida
En ella se realizan
las promesas de nuestra salvación;
en Ella se refleja la belleza primera
con la que Dios concibió a la humanidad.
En Ella se cumple el misterio soberano
de la Encarnación que glorifica a Dios
y trae la paz a la tierra.
En Ella, el silencio profundo del alma perfecta y
abierta hacia el infinito, se transforma en amor,
en palabra, en vida, se hace Cristo.
En Ella, toda piedad, gentileza,
soberanía y poesía es viva;
en Ella el dolor se hace tan acerbo que
ningún otro corazón de madre puede igualarlo.
en Ella, tanto la fe como la esperanza,
la fortaleza y la bondad,
la humildad y la gracia
con esa estela de realismo y misterio
tienen expresiones sobrehumanas.
En Ella cual cirio encendido,
se irradia a Cristo y su Espíritu.
(Juan Pablo II)

Día 25: El Hogar

Hay un viejo dicho que dice lo siguiente: "hay que querer lo que se hace, y no hacer lo que se quiere".


La Virgen tenía pensado un futuro. Un horizonte que, Dios a través del Ángel, se lo complicó de sobremanera.

Nazaret era su pueblo. Su pensamiento, y futuro esposo, José. Su sueño, como tantas personas de nuestro tiempo, formar un hogar.

La humildad de María, tal vez, fue la mejor rosa que floreció en aquel hogar. Dios, por aquello de que también le gusta lo bueno, se acercó a María. Atravesó el umbral de su hogar. Y puso, en medio de él, la semilla de la luz esperada desde siglos.

Dios, entra siempre así. En los corazones que no se resisten. En los hogares de las puertas abiertas. En las casas donde existe gente que le alaba, le bendice y le sirve con corazón sencillo.

Ciertamente, el hogar de José y de María, era una casa privilegiada. Cuando hay fe, una sola razón basta para creer. Cuando la fe es débil o sin trascendencia alguna, mil razones no bastan para fiarse.

El hogar de María era un semillero de fe y, por ello, una simple invitación del ángel, le bastó para abrirse sin reservas a Dios y dejar que entrase en sus entrañas.

Contrasta, la apertura del hogar de María, con familias que nos decimos cristianas pero que, a duras penas, se nota -en palabras ni en gestos- que Dios es Alguien importante en nuestras vidas, en el amanecer cuando le damos gracias por el nuevo día, en la bendición de la mesa del mediodía o, incluso, cuando nos cuesta un esfuerzo el asistir como familia y en familia a la Eucaristía.

¿Cómo es la vida cristiana de nuestros hogares? ¿Rezamos o marginamos a Dios? ¿Confiamos en Dios o, solamente le recordamos en los momentos de prueba?

Ofrezcamos, ante la Virgen María, este ladrillo. Quiere simbolizar nuestro deseo de edificar familias en el Espíritu de Dios, con las líneas maestras del Evangelio y con la orientación de la Iglesia a la cual pertenecemos

Quiero, Virgen María,
un hogar cálido como el tuyo
para que Dios no pase de largo.
Quiero, Virgen María,
un hogar sin puertas como el tuyo,
para que el Ángel entre sin dificultades.
Quiero, Virgen María,
un hogar sin techo,
para que, aún durmiendo,
pueda contemplar la inmensidad del cielo.
Quiero, Virgen María,
un hogar sencillo y con maderos
para que, ni la vida ni los problemas,
me alejen del espíritu de aquel esposo carpintero.
Quiero, Virgen María,
un hogar con veleta apuntando hacia Dios
un hogar con pozo de agua fresca
un hogar con alma sencilla
un hogar donde, cuando Jesús entre,
encuentre siempre la mesa puesta y el corazón dispuesto.
Quiero, Virgen María,
un hogar con paredes blancas y corazones fuertes
un hogar con fuego vivo y sábanas blancas
un hogar, donde el Evangelio,
sea escuchado, seguido y proclamado.
Así, Virgen María,
quiero que sea mi hogar.
Amén

Día 24: El corazón de María

El corazón es el lugar donde, entre otros, guardamos los secretos más íntimos. Es en el corazón donde sufrimos y gozamos, donde disfrutamos y lloramos, desde donde odiamos o nos volcamos amando.

El corazón de María, palpitando en medio de la Pascua, sigue rebosando alegría por la presencia de Jesús Resucitado. Pero, también es verdad que con el anuncio del anciano Simeón, la Virgen preparó su corazón a los contratiempos (en crueles espadas) que la vida y muerte de Jesús de Nazaret, le proporcionó.
Una de las flores que más le gusta a nuestra Madre es, precisamente, el ofrecimiento de nuestro corazón para Dios.
Nunca como hoy tenemos tantas casas y, nunca como hoy, personas que viven sin techo.
Nunca como hoy vivimos tan juntos y, nunca como hoy, marcados por la soledad.
Nunca, como hoy, tan lleno de cosas y con la sensación de que nos falta algo.
Pidamos a María que, en este mes de mayo, y animados por el espíritu pascual, pongamos el corazón en lo que hacemos y en lo que decimos. Pero, sobre todo, que en este mes de mayo inundemos nuestras entrañas con lo que fue grande y decisivo en María: JESUS.
Todo ello lo representamos gráficamente con este corazón

Tu corazón, María,
rebosa agradecimiento.
Tu corazón, María,
desborda de felicidad.
Tu corazón, María,
se siente engrandecido por la presencia de Dios
Tu corazón, María,
ama incluso a aquellos que no te aman
¡Danos, María!
Un corazón sencillo
para acoger a Dios
Un corazón noble
para sincerarnos con El
Un corazón alegre
para sembrar la ilusión
Un corazón desprendido
para no mirarnos a nosotros mismos
Un corazón conciliador,
para no cerrarnos a los que nos rodean
Y, si por lo que sea,
ves que nuestros corazones
están cerrados con potentes candados:
ven a nuestro encuentro, María,
y rompe los eslabones que nos impiden ser libres.

Día 23: Tus ojos María

¡Ojos que no ven, corazón que no siente!, dice el viejo refrán.

En María, esto no se cumplió. Vivió siempre con los ojos puestos en los planes que Dios tenía preparado para Ella.

En Nazaret, con sus pupilas dilatadas, dijo que "sí". Que, estaba dispuesta, como un cheque en blanco para que Dios firmase cuando quisiera y como quisiera.

En el crecimiento de Jesús, abrió bien los ojos para que, Jesús, anduviese por los caminos que conducían a Dios.

En el final de la vida de Jesús, aún con lágrimas, nunca el sollozo se antepuso a la altura con la que, María, encaró y vivió la pasión, la muerte y la resurrección de Cristo.
Y es que, María, abrió los ojos para Dios y, además, le brindó todo su corazón. ¿Se puede esperar más por parte de Dios? ¿Pudo dar más una humilde nazarena que a sí misma? ¿Detrás de que corren nuestras miradas? ¿Vemos la profundidad de las cosas y de los acontecimientos o nos quedamos en la superficialidad? ¿Somos solidarios cuando contemplamos causas injustas que hacen sufrir?
Presentamos, ante María, unas gafas. Que Dios nos ayude a no perderle de vista.

TUS OJOS, MARIA
Son grandes, porque quedaron embelesados
por el anuncio del Angel
Están limpios, por las lágrimas de emoción
en el Nacimiento de Cristo
Son risueños, por la juventud y la hermosura
de Aquella que los lleva
Son inquietos, porque nunca se cansan de mirar al Hijo
Están sanos, porque siempre miraron
en la dirección adecuada
No tienen tensión, porque saben cerrarse
ante Aquel que es descanso
No tienen brizna alguna,
porque Dios los cuida con amor de Padre
No están ciegos porque, al pie de la cruz,
los mantuviste despiertos
No son insensibles, porque desde la cruz,
Jesús los llamó a ver a los hombres como a sus hijos
No parpadean porque, ante la situación del mundo,
saben que han de estar bien abiertos
No huyen, porque ante el mal tiempo,
han de ayudar a los demás a descubrir el horizonte

Día 22:Un gran susto

Un chaval, mientras está dándose un chapuzón en la playa de Pientzia, es arrastrado por una corriente de remolino; en cuanto se ve en peligro, grita: ¡mamá, mamá! Agita los brazos como puede, pidiendo auxilio desesperadamente. Con dificultad, de vez en cuando, logra sacar la cabeza y puede ver en la orilla a su madre, que pacíficamente broncea su piel en una hamaca. Su única esperanza es que su madre le oiga y haga lo que sea por rescatarle. Vocea más y más; por fin, su madre oye los gritos que la llaman. Se incorpora y ve las circunstancias de su hijo, y se vuelve a tumbar mientras piensa: ¡con lo fría que está el agua, yo no me meto ni loca! ¡Otra vez? si es que sale de ésta? que no se meta tan adentro! ¡Increíble!, pensará quien lea este suceso; ¡no puede ser verdad! ¡Eso no es una madre, es un monstruo!

Es tan increíble, efectivamente, que no es verdad. Pero si no es posible que una madre se porte así, menos posible es que grites interiormente a María: ¡Madre mía, ayúdame!, y que Ella pase de ti. Madre mía, perdona todas las veces que te he tratado con desconfianza, o como si no me escuchases; o, lo que es lo mismo, como si pasases de mí, como si no fueses realmente mi madre. Sé que basta con que te diga una sola vez ¡Madre mía! para que no pares hasta conseguirme lo que necesito. Y si no me lo consigues es que claramente, de momento, no me conviene. Ahora es el momento importante en el que tú hablas a Santa María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído. Cuando lo hayas hecho, termina con la oración final.


Día 21: Las manos de María

Las manos de María, acogieron en el pesebre, a un Jesús que -siendo Niño- tenía la grandeza del mismo Dios.


Las manos de María, sostuvieron al pie de la cruz, a un Jesús que siendo fuerte se hizo débil por salvarnos.

El mes de mayo, ayudados por las MANOS DE MARIA, son días para abrir las nuestras y acoger el fruto de la Pascua: ¡Ha resucitado!

Las MANOS DE MARIA supieron acoger, acunar, cuidar, alimentar y -en los momentos de prueba- sostener el cuerpo de Jesús.

Hoy, además, con las manos de María, tenemos un recuerdo especial por los que trabajan. Por aquellos que saben ofrecer su esfuerzo y su tesón por completar y perfeccionar la creación de Dios.

 
 
TUS MANOS, MARIA
Son grandes, porque en ellas,
todos cabemos
Son pequeñas, porque en ellas,
se desborda el Misterio de Dios
Son limpias, porque ellas,
no conocieron la corrupción
Son delicadas, porque ellas,
acariciaron el tesoro más preciado: Jesús
Son cuidadas, porque ellas,
fueron bendecidas desde el principio por Dios
Son orantes, porque ellas,
supieron juntarse para alabar al Creador
Son señales, porque ellas,
siempre nos enseñan el camino hacia Jesús
Son decididas, porque ellas,
no se echaron atrás ante las dificultades
Son amantes, porque ellas,
amaron con locura

Amén

lunes, 20 de mayo de 2013

Día 20: ¿Un acordaos?

Una reunión numerosa con un Obispo de la Iglesia; uno de los asistentes se dirige a él; se ve que le tiene cariño y, como quien está dispuesto a todo, le pregunta:


- ¿Qué quiere que recemos por usted cada día?

El Obispo prefiere hacerse el sordo, pero la insistencia le obliga a contestar:

- "Un acordaos".
Aquél, que estaba dispuesto a cualquier cosa, por difícil que fuese, se sintió como defraudado, pues le parecía poco. El Obispo leyó en la cara de aquel joven su desilusión y añadió:

- ¿Te parece escaso? ¡Qué poco valoras la oración vocal!

Con una sola oración a la Virgen, si tenemos fe, hacemos mucho por quienes queremos. Madre, ayúdame a valorar cada oración. Si llamo por teléfono a un amigo dándole un recado, sé que me ha oído y que, si puede, lo hará. Cada vez que te digo algo, que te rezo un Acordaos, es -¡por lo menos!- como si te llamara por teléfono: Tú me escuchas y me haces caso.

Día 19: Reina de la verdadera alegría

Un sacerdote me dijo un día: "En las letanías falta una invocación" ¿Cuál?, le pregunté. Falta: "Reina del buen humor". La palabra Evangelio significa precisamente: "Anuncio de alegría". La Virgen, yendo a casa de Isabel inunda aquella casa de alegría. Hasta el niño que tenía en su seno salta de alegría. El Magnificat es todo un canto de alegría, de regocijo. La alegría escribió Chasterton es el gran secreto del cristianismo. El pecado siempre está unido a la tristeza mientras la santidad es siempre de alegría.


 

Día 18: Que fácil es convencer a María

En septiembre de 1980, la madre Teresa de Calcuta fue a visitar el Hogar Infantil de Calcula. Un niño se estaba muriendo y una de las Hermanas se lo dijo a la madre Teresa, la cual tomó al niño en sus brazos y se puso a rezar un Padrenuestro y un Avemaría. El capellán bendijo al niño y la madre Teresa se lo devolvió a la Hermana. Aquella misma tarde el niño comenzó a mejorar y al día siguiente estaba fuera de peligro. El poder de la oración había obrado el prodigio.
Santa María, ¡lo que eres capaz de hacer por nosotros, sólo por un Avemaría! Por rezar un Avemaría, ¡cuánto puedo conseguir!

Día 17:La asolución para todo

Excursión montañera de alumnos de Primaria. En un sencillo paso con algo de pendiente y gran cantidad de barro, uno de los chavales cae. Una mezcla de dolor y de vergüenza le llena la cara de lágrimas y la boca de gritos desesperados, invocando la ayuda de su madre -madre que en estos momentos se encontraba a bastantes kilómetros-: ¡mamá, mamá! Era absurdo -no podría escucharle-, pero también natural -de pequeño, la madre es la solución para todo.
 




Madre mía, ojalá no deje nunca de ser pequeño en esto. ¿Por qué tantas veces me empeño en levantarme yo solo, en luchar yo solo, en sufrir yo solo? Que en todas las circunstancias te llame. Además, a nosotros nunca nos separan los kilómetros... ¡Te llamaré! y perdona si sólo lo hago cuando te necesito, pero... ya sabes: los humanos siempre somos un poco egoístas con vosotras la madres. ¡No me sueltes de tu mano!

jueves, 16 de mayo de 2013

Día 16: Confianza

San Juan Bosco necesitaba construir una Iglesia en honor de María Auxiliadora, pero no tenía nada de dinero. Se lanzó, pero las deudas también se lanzaron sobre él. Para conseguir dinero en un momento en que no podía retrasar más los pagos, un día le dijo a la Virgen:

- ¡Madre mía! Yo he hecho tantas veces lo que tú me has pedido... ¿Consentirás en hacer hoy lo que yo te voy a pedir?

Con la sensación de que la Virgen se ha puesto en sus manos, don Bosco penetra en el palacio de un enfermo que tenía bastante dinero pero que también era bastante tacaño. Este enfermo, que hace tres años vive crucificado por los dolores y no podía siquiera moverse de la cama, al ver a don Bosco le dijo:

- Si yo pudiera sentirme aliviado, haría algo por usted.

- Muchas gracias; su deseo llega en el momento oportuno; necesito precisamente ahora tres mil liras.

- Está bien; obténgame siquiera un alivio, y a fin de año se las daré.

- Es que yo las necesito ahora mismo.

El enfermo cambia con mucho dolor de postura, y mirando fijamente a don Bosco, le dice:

- ¿Ahora? Tendría que salir, ir yo mismo al Banco Nacional, negociar unas cédulas... ¡Ya ve!, es imposible.

No, señor, es muy posible -replica Don Bosco mirando su reloj-. Son las dos de la tarde... Levántese, vístase y vamos allá dando gracias a María Auxiliadora.

-¡Este hombre está chiflado! Protesta el viejo entre las cobijas. -Hace tres años que no me muevo en la cama sin dar gritos de dolor, ¿y usted dice que me levante? ¡Imposible!

- Imposible para usted, pero no para Dios... ¡Ánimo! Haga la prueba...

Al rumor de las voces han acudido varios parientes, la habitación está llena. Todos piensan de don Bosco lo mismo que el enfermo: que está chiflado.

Traigan la ropa del señor, que va a vestirse -dice Don Bosco-, y hagan preparar el coche, porque va a salir. Entretanto, nosotros, recemos. Llega el médico.

- ¿Qué imprudencia está por cometer, señor mío?
Pero ya el enfermo no escuchaba más que a don Bosco; se arroja de la cama y empieza a vestirse solo, y solo, ante los ojos maravillados de sus parientes, sale de la habitación y baja las escaleras y sube al coche. Detrás de él, don Bosco.

- ¡Cochero, al Banco Nacional! Ya la gente no se acuerda de él: llevaba tres años sin salir a la calle. Vende sus cédulas y entrega a don Bosco sus tres mil liras.

Quien confía en Ti, Madre, jamás se queda a dos velas. Pero no estoy seguro de poderte decir lo que te dijo don Bosco: Madre mía, yo he hecho tantas veces lo que Tú me has pedido. Sí, a partir de ahora, sí que podré decírtelo. Pero ayúdame: quiero, sinceramente, saber lo que me pides.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Día 15: Mi Compañera

"Nuestra Señora -decía Teresa de Calcuta- me acompaña en todos los viajes; la llamo mi Compañera desde que un día, en Berhampur, le dije al capellán de las Hermanas que me regalase una imagen de María Milagrosa con las manos abiertas, derramando gracias sobre el mundo. Aceptó encantado, embaló la imagen y la llevó a la estación. Era una imagen muy grande, casi de tamaño natural, así que el jefe de estación quería que la facturase y pagase la correspondiente tarifa. Pero yo tenía un pase en los ferrocarriles para mí y una compañera, así que le dije: "ésta es mi compañera..." y me dejó viajar con la imagen sin pagar nada por ello. Desde entonces, la Virgen me acompaña siempre en mis desplazamientos. Nunca viajo sola"



María, siempre, pero de modo muy especial en este mes de mayo, necesito que me acompañes, que estés conmigo todo el día. Me gustaría darme más cuenta de que realmente te tengo a mi lado en todo momento; aprovecharé -si me ayudas- cada imagen tuya que vea para decirte algo, recordarlo y contar contigo. Gracias, "Compañera".



Día 14:Dejadme a María: el escapulario



El día 16 de julio de 1251 se apareció la Virgen a San Simón Stock, superior General de las Carmelitas, y prometió unas gracias y cuidados especiales para aquellos que llevaran el escapulario del Carmen.

El escapulario es una pequeña imagen de la Virgen del Carmen en tela (puede ser también una medalla) para colgarse al cuello.

Santa María quiere que llevemos una imagen suya en el pecho. Y como llevar el escapulario puesto significa que se le ama y que se quiere la compañía y protección de María, la Virgen prometió a quienes viviesen y muriesen con el escapulario que Ella se encargaría de conseguirles la ayuda para obtener la perseverancia final; es decir, una ayuda particular para que, quienes no estén en gracia, se arrepientan en los últimos momentos de su vida. Y además prometió que Ella se encargaría de que saliese del purgatorio al sábado siguiente a la muerte.

Es lógico: si no le dejamos, ella no nos dejará.

Cuentan que cuando fue elegido Papa León XI, mientras le revestían con los hábitos papales, le quisieron quitar el escapulario que llevaba entre la ropa. El Papa dijo a los que le ayudaban: "Dejadme a María, para que María no me deje"

Madre mía, llevaré siempre el escapulario. No te dejaré, y Tú no me dejes en ningún momento.

martes, 14 de mayo de 2013

Día 13: Fiesta de Nuestra Señora de Fátima

 Oh Virgen Santísima, Vos os aparecisteis repetidas veces a los niños; yo también quisiera veros, oír vuestra voz y deciros: Madre mía, llevadme al Cielo. Confiando en vuestro amor, os pido me alcancéis de vuestro Hijo Jesús una fe viva, inteligencia para conocerle y amarle, paciencia y gracia para servirle a Él a mis hermanos, y un día poder unirnos con Vos allí en el Cielo.
Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Madre mía también os pido por mis padres, para que vivan unidos en el amor; por mis hermanos, familiares y amigos, para que viviendo unidos en familia un día podamos gozar con Vos en la vida eterna.

Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Os pido de un modo especial por la conversión de los pecadores y la paz del mundo; por los niños, para que nunca les falten los auxilios divinos y lo necesario para sus cuerpos, y un día conseguir la vida eterna.

Padre nuestro, Avemaría y Gloria

Oh Madre mía, sé que escucharás, y me conseguirás estas y cuantas gracias te pida, pues las pido por el amor que tienes de tu Hijo Jesús. Amén.

¡Madre mía, aquí tienes a tu hijo, sé tu mi Madre!

¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!




domingo, 12 de mayo de 2013

Día 12: Mi vida no es mía

Día 12: ¡Mi vida no es mía!

Si nos ponemos en la piel de María, algo que sorprende es la rapidez con que dice que sí a lo que Dios le pide, la generosidad ante su vocación. ¿Sabes por qué actúa así? Porque es consciente de algo muy importante que muchos no sabemos, o si lo sabemos enseguida lo olvidamos: su vida no es suya. García Morente, filósofo no creyente, se convirtió al darse cuenta de esto. Él lo explica con estas palabras que, aunque no son fáciles, si las lees con atención verás qué interesante:


"Mi vida, los hechos de mi vida, se habían realizado sin mí, sin mi intervención (se refiere al trabajo que tenía, las amenazas que recibió, tuvo que emigrar dejando a su familia .... ). Yo los había presenciado pero en ningún momento provocado. Me pregunto, entonces: ¿Quién pues, o qué era la causa de esa vida, que siendo mía, no era mía? Lo curioso era que todos esos acontecimientos pertenecían a mi vida, pero no habían sido provocados por mí; es decir, no eran míos. Entonces, Por un lado, mi vida me pertenece, pero, por otro lado, no me pertenece, no es mía, puesto que su contenido viene en cada caso producido y causado por algo ajeno a mi voluntad". Sólo encontraba una solución para entender la vida: algo o alguien distinto de mí hace mi vida y me la entrega.

Madre mía, enséñame esta lección: Mi vida es mía y no es mía. Alguien distinto de mí hace mi vida y me la entrega. Yo, con libertad la vivo como quiero, pero hay Otro que me la entrega con un para qué, con un fin, con una misión. Por eso mi vida es mía y es de Dios: somos copropietarios. Mi vida es para Dios, y por Él, para los demás, porque libremente quiero hacer el bien.
Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído.

Día 11: Un deseo expreso de María

Día 11: Un deseo expreso de María


Año 1531. Ciudad de Méjico. Caminaba el indio Juan Diego por la falda de Tepeyac, una pequeña colina junto a la ciudad, al norte. De pronto, oyó que le llamaban. Volvió la cabeza y vio a una Señora bellísima que la miraba cariñosamente. De pies a cabeza resplandecía. Tras un breve silencio escuchó: Yo soy la Virgen María, Madre de Dios. Y añadió que era su deseo que Juan Diego pidiera al Obispo que levantase allí mismo, donde ellos estaban, un templo en su honor: la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe.

Juan Diego se dirigió al obispo y, después de mucho esperar, cuando pudo hablar con él se lo contó; pero éste no le creyó. Volviendo a casa con gran desánimo se encontró de nuevo con la Virgen, la cual le dijo que siguiera insistiendo.

Después de la segunda visita, alegre porque el obispo le había hecho caso, se encaminó al cerro y se lo contó a la Virgen. Al día siguiente, de madrugada, el indio tuvo que ir a la ciudad en busca de un sacerdote, ya que un tío suyo se encontraba muy grave. No quiso acercarse al cerro para no retrasarse por si se encontraba con la Señora, porque Ésta le prometió el día anterior darle una señal para entregársela al obispo. Al llegar cerca del cerro, el indio Juan Diego la vio bajar y se acercó hacia él. La Señora le dijo: -¿Qué te ocurre, hijo mío? ¿Adónde vas? Él le contó la enfermedad de su tío y la Virgen le enseñó a acogerse a su protección y a confiar en Ella, pues era su Madre. -Tu tío ya está recuperado, le dijo la Señora. Y a continuación le pidió: -Antes de ir a la casa del obispo, sube al cerro y recoge las rosas que allí veas. Juan Diego subió sin dudar, aunque era imposible que en la cima de aquel cerro, en el mes de diciembre pudieran florecer rosas. Al llegar arriba quedó sorprendido, pues toda la cumbre estaba llena de preciosas flores, difundiendo un olor suavísimo. El indio cortó todas las rosas que pudo, las recogió en su túnica, doblándola en su regazo y poniéndola en forma de bolsa. Al bajar del cerro, se las enseñó a la Virgen, que las tomó en sus manos y las volvió a dejar.
Cuando Juan Diego llegó a casa del obispo, pasó al despacho de éste y soltó la túnica. Las flores cayeron al suelo, y todos los que miraron se sorprendieron, porque en la túnica del indio estaba milagrosamente grabada la imagen de la Virgen Santísima, tal como está ahora en el templo de Guadalupe.


Ese era el deseo de María: un templo dedicado a Ella. Es lógico, pues esas "casas" de María son ocasión para que muchos hijos suyos vayan a buscarla. Y es verdad que la Virgen agradece que vayamos a esos templos marianos, y le visitemos, y allí hablemos más confiadamente con Ella.

Madre mía, en cualquier sitio puedo hablar contigo. Pero voy a procurar durante este mes ir algún día, o algunos días, a verte a un Santuario, Iglesia o ermita dedicado a Ti. ¡Te lo aseguro!



viernes, 10 de mayo de 2013

Mayo mes de maría

La Iglesia ha dedicado el mes de mayo a María, a la dulce Reina de nuestras vidas, es por eso que comenzando con una simple oración le regalamos nuestro corazón:

Oh María, oh dulcísima, oh dueña mía!.
Vengo a entregarte lo poco que poseo yo,
 pues sólo tuyo soy para que lo pongas en oblación
 ante el Trono de nuestro Señor.
Te doy mi voluntad, para que no exista más
y sea siempre la Voluntad del Padre Celestial.



Cada día del mes de mayo tiene que ser una flor para María. Por eso le regalaremos en cada jornada de su mes una meditación, una oración, una decena del Santo Rosario y una florecilla. De este modo iremos formando un ramo de flores para nuestra Reina del Cielo.

Flor del 10 de mayo: Virgen digna de alabanza



Cuenta Anthony de Mehlo una fábula que, más o menos, dice así:

"Durante años fui un neurótico. Era introvertido y egoísta. Y todo el mundo insistía en decirme que cambiara. Y yo me ofendía, aunque estaba de acuerdo con ellos, y deseaba cambiar, pero no me convencía la posibilidad de hacerlo por mucho que lo intentara.

Lo peor era que mi mejor amigo tampoco dejaba de recordarme lo neurótico que yo estaba. Y también insistía en la necesidad de que yo cambiara. Y también con él estaba de acuerdo. De manera que me sentía impotente y como atrapado.

Pero un día mi amigo me dijo: no te preocupes si no consigues cambiar, pues yo te quiero porque eres mi amigo, independientemente de cómo seas.
Aquellas palabras sonaron en mis oídos, entonces me tranquilicé. Y me sentí vivo. Y cambié".
"Cuánta razón se encierra aquí: nadie es capaz de cambiar si no se siente querido, si no siente una fuerza interior suficiente para subirse por encima de sus fallos", comenta un autor espiritual.

Tú no eres neurótico quizás, pero sí tendrás cosas que cambiar. Cuéntaselas a la Virgen. Y que sepas que Ella te dice que te quiere como eres y que cuentas con toda su ayuda, que es bastante, para conseguir cambiar. Te quiere con tus defectos pero luchando por vencerlos. Con Ella puedes, y.. ¡qué fácil! Madre mía, que me sienta amado por ti. Que sepa y me dé cuenta de que me quieres, me conoces, me sigues, que sepa que te importo, que estás pendiente de mí,... ¡Ah! y.. gracias.

Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras