Las vacaciones de trabajo del Papa Benedicto XVI se han repartido entre la oración, el reposo y la escritura, la lectura, los paseos y la música. Así lo ha contado el diario de la Conferencia Episcopal Italiana
Paseo de Benedicto XVI, el pasado julio, por los jardines de Castelgandolfo, con uno de sus secretariosSiguiendo la tradición de sus predecesores, que desde 1946 hasta 1986 han pasado cada verano en los montes Albanos, Benedicto XVI permanece desde el 7 de julio en Castelgandolfo. La villa pontificia ofrece todo lo que el Papa considera necesario: la altitud justa, discreción adecuada y una completa biblioteca.
El ritmo de las vacaciones del Papa es más bien metódico. Los horarios se retrasan ligeramente en comparación con los del Vaticano, pero la secuencia matutina es la misma: Misa (celebrada en italiano según el Novus Ordo, y mirando hacia el altar, en latín, cuando concelebra su
L'Osservatore Romano tituló Las vacaciones de trabajo del Papa. Cada mañana llega a Castelgandolfo la carpeta de la Secretaría de Estado, con documentos que el Papa evalúa y en los que escribe las indicaciones oportunas, con su pequeña caligrafía inconfundible. En el paquete se encuentra un resumen de prensa internacional: el Papa lo hojea y revisa algún periódico, pero procura no dedicar demasiado tiempo a esto.
A la 1, es la hora de la comida, preparada por las Memores Domini, laicas consagradas, que le atienden, y son cuatro (Loredana, Carmela, Cristina y Manuela), pero también ellas tienen turnos de vacaciones o de Ejercicios espirituales; de todos modos, dos siempre están presentes. Las comidas del Papa son las mismas que el resto del año, con algunas variaciones por los regalos que llegan a la mesa del Papa, siempre bien recibidos. El Papa no bebe vino, sino zumo de naranja, aunque en la celebración de algún aniversario o festejo particular no renuncia a tomarse un vino, una limonada o un oporto. La mesa está servida habitualmente por el camarero Paolo Gabriele, pero en agosto se marcha de vacaciones con su familia, y lo sustituye el veterano Angelo Gugel, apreciado por su afabilidad y discreción, que se siente contento de suspender su condición de jubilado para servir al Papa, como hizo entre 1978 y 2005. También el secretario particular, monseñor Georg Ganswein, en los días centrales de agosto, vuelve a su país, pero en Castelgandolfo permanece el segundo secretario, el maltés Alfred Xuereb.
En agosto, llega monseñor Georg Ratzinger. Con él, el Papa se permite largas conversaciones, y juntos escuchan buena música. El Pontífice lee en voz alta libros o periódicos para su hermano mayor, que tiene mal la vista.
Después de comer, Benedicto XVI, acompañado por el secretario, se concede un pequeño paseo por el Jardín del Moro. Y después, una siestecita breve. Porque las tardes, especialmente las de julio anteriores a la llegada de su hermano, están reservadas para el trabajo y el estudio. En estos momentos adquieren forma obras como los dos volúmenes de Jesús de Nazaret ya escritos (entre los trabajos que el Papa ha comenzado durante este período está el tercer volumen). Puede suceder que, para ayudar a la inspiración, escuche música. A veces también se sienta al piano, que le regalaron al comenzar su pontificado, y toca piezas de Mozart, Schubert o Chopin. Sin embargo, después del incidente del año pasado, su mano derecha aún no se ha recuperado completamente.
Desde las 18:45 hasta las 19:30, es el momento del paseo largo diario. El Papa llega a un tramo plano de los jardines con un coche de golf y después reza con el secretario el Santo Rosario, que concluye con un canto mariano en torno a la estatua de la Beata Virgen María erigida por el Papa Pío XI en los alrededores de la laguna. El Centro Televisivo Vaticano difundió imágenes en las que se veía al Papa arrojando migas a los peces del lago, gesto que realiza cada día.
Llega entonces el momento de la cena, el único dedicado a la televisión, para seguir el informativo. Cuando está monseñor Georg Ratzinger, se sintoniza alguna televisión alemana, particularmente apreciadas, porque conceden más espacio a los acontecimientos internacionales y menos tiempo a la crónica negra o rosa. Después de un breve paseo, le queda el tiempo justo para una breve conversación o para un poco de música, y luego reza Completas. A las 21, el Papa se retira a su habitación. Por la mañana se levanta más bien temprano.
Gianni Cardinale, Avvenire
Traducción: María Pazos