Cristo está
viniendo hoy y aquí, a nosotros, dentro de nosotros. Nos está haciendo
concorpóreos suyos, solidarios de su persona y de su misterio redentor. Mediante
el don de su palabra y de la eucaristía, Cristo se graba en nosotros. Nos hace
su cuerpo. Su venida gloriosa al final de los tiempos no será otra cosa que la
revelación de las venidas que ahora realiza en nosotros. Hay continuidad real
entre su venida actual y su venida gloriosa. Exactamente igual como la semilla
se prolonga en el fruto. Esta es la verdad de fe más grandiosa. El adviento es radicalmente cercanía y presencia del Señor.