Jn 20,1-9
Solo un corazón que ama es capaz de entender las palabras de Jesús sobre
la resurrección. El discípulo amado comprende y cree. No se puede creer
en la resurrección solo con la razón. Cuando vivimos la experiencia de
sentirnos amados por el Señor, entonces estamos en la onda de la
comprensión, de la cercanía con su misterio, que es siempre misterio de
amor. Gente apasionada como María Magdalena es capaz de contagiar a
otros los sentimientos que están viviendo. Ella moviliza a Pedro y al
discípulo amado. Nosotros también estamos llamados a entrar en la
experiencia de la resurrección y a dinamizar a otros para que hagan
camino hasta comprender lo que continuamente sucede cuando estamos
abiertos al amor de Dios. Abramos nuestro corazón en medio de la
oscuridad para que la Luz brille como cirio de esperanza y presencia del
Resucitado. Hermanos, ¡aleluya!, el Amor ha triunfado, somos campeones,
campeones del Amor que nos regala Cristo Resucitado, vencedor del mal y
de la muerte.
Como María, como Pedro y el discípulo
amado, salgamos corriendo hacia el sepulcro, para que el Señor nos
conceda abrirnos al misterio de su amor, al misterio de la vida.