La Iglesia nos invita echar en este día una mirada al cielo, que es nuestra
futura patria, para ver allí con San Juan, a esa muchedumbre
incontable de Santos.
Entre
esos millones de Justos a quienes hoy honramos y que fueron sencillos fieles de
Jesús en la tierra, están muchos de los nuestros, parientes, amigos, miembros de
nuestra familia parroquial, a los cuales van hoy dirigidos nuestros cultos.
Ellos adoran ya al Rey de reyes y Corona de todos los Santos y seguramente nos
alcanzarán abundantes misericordias de lo alto.
Si
nos preguntamos, pues, cuál es el camino de santidad que debe recorrer un
cristiano, podemos responder: el camino de las bienaventuranzas. Allí
encontramos como la “carta magna” del cristianismo. En las bienaventuranzas
encontramos la respuesta a la pregunta ¿Cómo ser cristiano? ¿Cómo serlo
especialmente en este mundo tan conflictivo? El camino es de la pobreza de
espíritu, de la mansedumbre, del sufrimiento tolerado por amor, el camino de la
justicia y del perdón, el camino de la paz y concordia de corazones.
¡Qué tarea
tan enorme y entusiasmante nos espera!
¡Que nada nos detenga en este camino de
santidad, en este itinerario del cielo!