miércoles, 9 de marzo de 2011

Cuaresma: ¡Un gozoso tiempo de conversión!

Con Cristo sois sepultados en el Bautismo, con él también habéis resucitado" (cf. Col 2, 12).

Estas palabras de San Pablo a la comunidad cristiana de Colosas hacen referencia al tema del Bautismo, que el Papa Benedicto XVI ha elegido para su Mensaje de Cuaresma de este año. El Santo Padre cita un pasaje del Apóstol de los Gentiles como síntesis de la finalidad de este sacramento: "conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte" (Flp 3, 10-11). El Papa Benedicto XVI desea subrayar las siguientes claves de comprensión de este vínculo evidente entre Bautismo y caridad:

Frente al auténtico sufrimiento que encontramos a nivel global - desastres naturales, enfermedad, hambruna, guerra - estamos obligados a dar respuesta a las necesidades inmediatas y a buscar soluciones concretas para aliviar la miseria (cf. Deus Caritas est, 31a). Pero, aunque es importante proveer a las necesidades materiales, de por sí esto nunca puede garantizar la felicidad y la paz duraderas. El sufrimiento, requiere una respuesta que sólo el hecho de poseer la vida eterna puede dar: conocer a Cristo, "conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos, hasta hacerme semejante a él en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos".

Este don se nos promete en nuestro Bautismo. En efecto, en el diálogo que forma parte del Rito, las preguntas y respuestas hacen hincapié en el don de la "fe" y en la promesa de la "vida eterna". El sacramento del Bautismo tiene este significado y realiza este don: "Esta misma vida ya se nos transmitió el día del Bautismo, «al participar de la muerte y resurrección de Cristo»".

El Bautismo es el "encuentro con Cristo". Este "hombre nuevo" vive según los sentimientos de Jesús por la "vida eterna" que recibe ya ahora del Espíritu Santo. La nueva naturaleza que recibimos en el Bautismo es la fuente para las obras de caridad específicas por amor de Dios y del prójimo, el primer y mayor mandamiento de la nueva Ley y compendio de todo el Evangelio (cf. Mt 22, 34-40). El ayuno, la limosna y la oración son una ayuda para que muera nuestra vieja naturaleza y abramos nuestro corazón al Señor.
La fe, junto con la promesa de "vida eterna" que se nos hace en el Bautismo, debe crecer, ser constantemente alimentada (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1254).
Esta Cuaresma el Papa Benedicto XVI propone un itinerario para ayudarnos en esta tarea:

Primero, el Santo padre fija para nosotros citas concretas con personas y acontecimientos específicos en los cinco domingos de Cuaresma. Nos pone ante la Palabra de Dios que se proclama en esos domingos. De este modo desea que hagamos la experiencia de un encuentro personal con Cristo, la respuesta a los anhelos más profundos de la persona humana y del mundo.

Segundo, el encuentro con Cristo a través de su Palabra y los sacramentos se manifiesta en obras concretas de misericordia.

Tercero, el Papa nos presenta el tiempo de Cuaresma como un "camino" o "itinerario", un arco de tiempo para que dé fruto la semilla plantada en el Bautismo. Este, nos indica el Papa, refleja la entera existencia de cada persona, vivida entre la resurrección de Cristo y la nuestra; este definitivo ofrecimiento de comunión con Dios para la eternidad conforma desde dentro nuestra vida actual, tanto en el ámbito social como individual. Este tercer elemento subraya la necesidad de alentar a vivir este itinerario con la ayuda de la gracia, particularmente mediante los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía.