lunes, 30 de mayo de 2011

Visitación de la Virgen María a Santa Isabel



Este nombre hace referencia a la visita que hizo la Virgen María a su prima Santa Isabel para celebrar con ella la felicidad de su embarazo. La Visitación de Nuestra Señora es un episodio especialmente amable de la vida de María, que sirvió de inspiración a numerosos artistas.

Cuando Isabel oyó la salutación de María, el niño le saltó en las entrañas, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo y exclamó con voz fuerte: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¿Y de qué me viene que la madre de mi Señor me venga a visitar? Porque tan pronto como ha llegado tu salutación a mis oídos, el niño ha saltado de alegría en mi vientre. Y bendita la que ha creído que se cumplirá todo lo que se le ha dicho de parte del Señor. María dijo entonces: Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador... María se quedó con ella unos tres meses y se volvió después a su casa.

La Iglesia cierra con esta fiesta el mes de mayo, recordándonos este episodio tan tierno de su vida, del que surgen dos de los más hermosos cantos de alabanza: la segunda parte del Avemaría y el canto del Magnificat.

Este fue el primero de los numerosos viajes de María a ayudar a los demás. Hasta el final de la vida en el mundo, Ella estará siempre viajando para prestar auxilios a quienes lo estén necesitando. También fue la primera marcha misionera de María, ya que ella fue a llevar a Jesús a que bendijera a otros, obra de amor que sigue realizando a cada día y cada hora. Finalmente, Jesús empleó a su Madre para Santificar a Juan Bautista y ahora ella sigue siendo el medio por el cual Jesús nos Santifica a cada uno de nosotros que somos también hijos de su Santa Madre.

Es muy significativo que en el último día de mayo se celebre la fiesta de la Visitación. Con esta conclusión es como si quisiéramos decir que cada día de este mes ha sido para nosotros una especie de visitación. Hemos vivido durante el mes de mayo una continua visitación, como la vivieron María e Isabel.