Los ancianos, los abuelos, son en efecto, necesarios y hasta imprescindibles. Son un Tesoro, un Don, una gracia de Dios, un signo de Amor. Son testimonios vivos de la entrega, de la donación, del sacrificio. Poseen la sabiduría de los años, la ternura del corazón y en tantos casos el caudal y el testimonio del inapreciable tesoro de su Fe y experiencia de la vida cristiana.
Ellos los abuelos, los ancianos, esbozan la sonrisa de Dios, al que ya están más próximos. Por ello la respuesta que les debemos de dar es, el agradecimiento, el respeto, la cercanía, la acogida, la valoración y la atención precisos y efectivos.
¡Gracias ancianos y abuelos. Os necesitamos, Os necesita nuestro mundo, nuestras familias y nuestra Iglesia. OS QUEREMOS!
Sor Pilar