jueves, 30 de mayo de 2013

Día 30: María, Madre de Cristo

En este penúltimo día del mes de mayo, vemos a María en una de las imágenes que más nos gustan: Madre de Jesús.
Poco nos dicen los evangelios sobre ella. Pero, en lo poco, sabemos que Ella fue la Madre de Jesús. La mejor madre que un hijo pueda tener.

-Si es para proteger a Jesús, no pone objeción alguna y marcha hacia Egipto.
-Si es para educar a Jesús, Nazaret será escuela, taller y hogar. En Nazaret, María y José, forjarán y tallarán la personalidad de Jesús. ¿No le hablaría también del mismo Dios?

-Si era, por dejar que se cumpliera lo designado por Dios, guardó (tal como nos lo cuenta el evangelio) y meditó todas las cosas en su corazón.

Sabía, que su concepción, había sido divina. Sabía que Jesús, aún siendo su hijo, no era corriente. Sabía que, Jesús, aún siendo carne de su carne, era Dios y hombre verdadero.
María, Madre de Jesús, es para nosotros maestra en la fe. Ella, en las cuestiones de cada día, nos habla como Madre, nos enseña como maestra y nos ilumina para que no perdamos de vista el camino, la verdad y la vida de Cristo.

En cierta ocasión, un marinero que estaba perdido en alta mar, gritó con voz potente: ¡MARIA!, y no recibía respuesta alguna. Ante el mar furioso y a punto de sucumbir, el marinero siguió gritando, ¡MARIA!, y entonces el eco le respondió: ¡JESÚS!

Y es que, María, sin referencia a Dios, a Jesús y al Espíritu, no sería nada. Demos gracias a Dios porque al finalizar este mes de mayo, y en el tiempo de la Pascua, sabemos que sin María no hubiera habido Belén, Calvario, Resurrección, Ascensión ni Pentecostés.

Simbolizando todo ello, queremos llevar hasta María la cruz de Cristo.

ORACIÓN

Si yo me olvido de Ti
Tú no te olvides de mí.
Si me alejo de regazo
Tú no te alejes de mí.
Si me despisto y no te rezo,
no dejes de hablarme.
María;
si te miro y olvido a Jesús
llévame hasta El.
Si no te miro y sólo miro a El
que, El, me lleve a Ti.
María;
haz un hueco en tu corazón y en tu alma
para que, junto con Jesús,
pueda habitar y crecer en esperanza.
María;
si me enfrío, llévame a tu encuentro
si me aparto, rescátame
si dudo, hazme reflexivo
si tropiezo, levántame.
María;
haz que nunca olvide
que tu grandeza y tu belleza
fue el dejarte moldear por Dios.
Amén.